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Cuando la única expatriada de la familia eres tu

Desde que vivo en Bulgaria, hace más de seis años, he leído bastante sobre expatriación. Y me suelo encontrar con que casi toda la información disponible está dirigida a personas que se han ido a vivir en familia a otro país con el que no tienen nada que ver, normalmente por trabajo. Leo consejos para que toda la familia se adapte a la nueva situación, consejos para que los niños se tomen bien el cambio... ¿Pero qué pasa cuando tu eres la única expatriada de la familia?

Yo soy una española viviendo en Bulgaria. Soy una expatriada, porque vivo fuera de mi patria. Pero mi familia no. Mi marido es búlgaro, vive en su país, en su entorno. Ha nacido aquí, tiene a su familia aquí, conoce el idioma y las costumbres porque se ha criado aquí. Mis hijos, a pesar de haber nacido en España y de ser españoles, también son búlgaros. Están creciendo en Bulgaria, la mayor habla perfectamente el idioma, y tienen aquí a su familia. Mi marido y mis hijos no son expatriados.




Una lección de humildad.



Yo, que he enseñado a mi hija mayor a hablar, leer y escribir castellano, desde cero y sin apoyo escolar ni familiar, ahora necesito que ella me ayude a mi con el búlgaro, y aceptar que me corrija delante de otras personas. Porque yo me sabré la gramática y las conjugaciones de los verbos, pero ella es nativa y yo no.

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Mi hija es mi profesora particular de búlgaro, aprender búlgaro, Bulgaria
¡Ayúdame con el búlgaro, hija!

Yo, que ya soy mayorcita, tengo que preguntar a los demás cosas que cualquier adulto sabe. Tengo que tragarme el orgullo y pedir que me repitan las cosas, que me hablen más despacio, que me expliquen lo que no entiendo.

Yo, que en España era bilingüe nativa y tenía varios títulos que certifican mis conocimientos de un idioma extranjero, ahora me encuentro con que mi segundo idioma materno no me sirve para nada en Bulgaria, y mi dominio del inglés aquí no es ningún logro especial, porque muchos búlgaros hablan con fluidez varios idiomas.

Podría seguir... pero con orgullo no se va a ninguna parte, así que hay que comerselo con patatas, y aceptar empezar casi de cero en otro país.

 

Acostumbrarse a ser diferente...



Hay ocasiones en las que siento como si la gente que me rodea, familia, amigos, desconocidos, estuvieran en una dimensión y yo en otra. Cerca, con contacto visual, pero en planos distintos. Ellos son búlgaros, y yo no. Yo soy la extranjera.

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Ser igual, ser diferente, española en Bulgaria, Lego Star wars, Darth Vader, stormtroopers
Ser diferente no tiene por qué ser malo (mientras no perturbes la paz de la Galaxia).

Por la calle, en el parque, en el supermercado, vaya donde vaya, sé que en cuanto abro la boca me delato como extranjera. Bien porque me dirijo a mis hijos en castellano, bien por mi acento cuando hablo búlgaro. Y soy de las que odian llamar la atención, así que cuando la gente se me queda mirando a veces me siento incómoda. Es lo que hay. 


Hay que volver a aprenderlo todo.


Todo lo que ya dominaba en mi propio país, me toca aprenderlo de nuevo en su variante búlgara. Tantos años de estudiar de pe a pa la Historia de España en el colegio, y ahora tengo que aprenderme la Historia de Bulgaria si quiero entender bien mi nuevo país. Además, en mi colegio sólo nos hicieron aprender UN dato sobre Bulgaria: capital, Sofía. Punto. Nada más. Como si Europa se acabara pasada Italia. 

Así que me busco la vida yo sola, y me estudio la vida y obra de los héroes de Bulgaria: Hristo Botev, Iván Vazov, Vasil Levski, Kyril y Metodi, San Clemente de Ohrid, Iván Rilski y muchos más. Quienes fueron, qué aportaron a su país... Mi hija me canta canciones que hablan de ellos, porque en el colegio no sólo les enseñan a leer y escribir, sino también amor a la patria.

También estoy aprendiendo toda clase de costumbres y tradiciones, además de canciones y cuentos infantiles. Esto también me lo suele enseñar mi hija. Menos mal que mi suegra es muy colaboradora en esto: le cuenta muchos cuentos búlgaros, le canta canciones de las de toda la vida...Cosas que yo no sé y por ende no le puedo transmitir.





No me he venido a la otra punta de Europa por trabajo de mi marido, ni por el mío. No he venido por unos años, esto es definitivo. El mío es un tipo de expatrio quizá menos conocido, pero muy real. En esta sociedad tan internacional, las parejas multiculturales ya no son tan extraordinarias, y cuando hay que elegir entre dos países, uno de los dos será el nativo, y el otro el expatriado.

Hay muchas madres expatriadas, y aunque las que lo somos de forma definitiva somos minoría,  creo que todas debemos poner de nuestra parte para adaptarnos y para intentar ser felices, porque de la actitud de la madre depende muchas veces el ambiente familiar

Siempre podemos hablar entre nosotras gracias a Internet, y compartir experiencias. Una vez al mes, por ejemplo, quedamos en Twitter para hablar, una iniciativa abierta de Mamás por el Mundo llamada #expatalk. Porque realmente vivir expatriada se hace más fácil si hay con quién hablar.  


Si te toca irte a otro país y dejar atrás familia, amigos, y todo lo conocido, puedes quejarte sin parar, que no sirve de nada... o aprender, adaptarte y ser feliz. Y quizá... abrir un blog. :)


¿Has vivido alguna vez en otro país? ¿Podrías dejarlo todo si hiciera falta?      


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