Una de los métodos más efectivos para adaptarse a las cosas nuevas es ser positivo. Hace poco ya os conté lo mucho que me ha ayudado el Positivismo Artificial en mi adaptación a la vida expatriada, una actitud que aunque cuesta (al menos a mi) es muy útil también para cualquier otro obstáculo que nos encontremos en esta vida.
Y como el positivismo implica centrarse más en las cosas buenas que en las malas, he ido recopilando cosas que me gustan de Bulgaria y de los búlgaros. Cualquier situación tiene sus cosas buenas, sólo hay que saber buscarlas y en este caso no me ha costado encontrarlas.
La pongo en primer lugar porque con la barriga llena es mucho más fácil ser positivo y ver el mundo de otro color. Comemos cada día, esto es inevitable, y por suerte en Bulgaria se come muy bien. Por supuesto he tenido que desterrar los prejuicios y acostumbrarme a nuevos sabores y combinaciones de alimentos, pero entre tanta novedad siempre se pueden encontrar cosas que le gusten a una. Me gusta especialmente la banitsa, el famoso pastel salado de hojaldre y queso búlgaro; hasta he aprendido a hacerla casera. Los tomates son tan deliciosos que en verano te los puedes comer a bocados a palo seco, y el gazpacho que sale con los tomates búlgaros es insuperable. Un primo de mi marido lo llama "domator" desde que lo probó, mezclando las palabras domat (tomate) y tarator (sopa fría de yogur y pepino, el plato búlgaro por excelencia).
De hecho me había salido una lista tan larga de comida búlgara rica que mejor no me enrollo y ya le dedicaré una entrada entera otro día.
Otro aspecto que me gusta de comer en Bulgaria es que se puede salir a comer fuera de casa sin que esto suponga una ruina para la economía familiar. Por ejemplo, por el equivalente a 6 euros se puede comer un menú completo en un restaurante, todo bien abundante. Hablo de restaurantes normales, por supuesto también los hay caros.
Yo soy ave diurna y en cuanto se pone el sol mi cerebro va apagando motores. Prefiero madrugar si hace falta antes que trasnochar. ¡Y por eso estoy encantada con el horario búlgaro! Aquí se come temprano, hacia mediodía, incluso hay quien se pone a ello a las 11, 11'30. También se cena temprano, hacia las 7-8, y por tanto es fácil tener a los niños archivados a las 9, algo que cualquier madre agradece. Este horario me gusta mucho porque así se aprovecha más la luz, se ahorra electricidad, y de todos es sabido que la luz solar anima, ya que aumenta la producción de serotonina (quizá por eso me deprimen los largos y oscuros inviernos búlgaros).
Desde que soy madre y me muevo con niños pequeños siempre me preocupa que se porten bien en público y poder ir con ellos donde sea sin tener problemas. Esto en España es un dolor de cabeza, pero en Bulgaria no tanto, porque los búlgaros adoran a los niños. A estas alturas aún me cuesta creer la paciencia y la amabilidad que recibimos dondequiera que vamos. La gente se para por la calle para decirles cosas bonitas (y no es porque mis hijos sean especialmente guapos, esto lo hacen con todos). Vas por la calle y una señora que no conoces de nada les dice "Hola pajaritos!", sonríe y sigue su camino.
En Sofía, personas de toda edad y condición te abren las puertas de comercios y ascensores si vas con niños, y hacen gala de gran amabilidad y mucha paciencia cuando los niños alborotan. Esto lo noto especialmente cuando viajamos a España, porque en el aeropuerto y en el avión puedo distinguir fácilmente búlgaros de españoles. Los búlgaros te ceden el paso, te ofrecen cambio de sitio, saludan a los niños cuando se ponen de pie en su asiento para "espiar". En cambio, los españoles suelen ser, por desgracia, los que refunfuñan porque les ha tocado viajar con un niño cerca, y pocas veces se les pasa por la cabeza ayudar a una madre con sus bultos o ceder el paso. Obviamente no se puede generalizar, pero si hay algún gruñón, es más probable que sea español que búlgaro.
Recientemente se desató la polémica en Twitter debido a un desafortunado comentario de Laura C., productora de una pseudoserie española, que se lamentó ante sus seguidores de que le había tocado viajar con una madre y sus dos niños. Guapa, si quieres viajar en completa paz y tranquilidad, conduce tu propio coche. A mi me molesta la gente que fuma o que no se ducha, y me aguanto. La familia es la base de la sociedad, y gracias a la gente que tiene hijos no se extingue la raza humana. Un respeto para los que nos dejamos la salud mental en criarlos, quererlos y educarlos.
Los búlgaros son gente extremadamente hospitalaria, tanto que yo al principio hasta me agobiaba, porque soy un poco arisca. Si te invitan a comer, están pendientes todo el tiempo de que tengas el vaso y el plato bien llenos. En cuanto baja el nivel de tu bebida, acuden raudos y veloces a rellenarte el vaso. Cuando te llevas a la boca la última porción de comida, ya te están sirviendo más. Yo no soy de comer mucha cantidad y el primer año tuve serios problemas con esto: la gente no paraba de servirme más de todo y yo me sentía a punto de reventar. Sin embargo, pronto le pillé el truco: comer más despacio y conservar siempre algo de comida en el plato, al menos hasta que los demás han terminado.
En casa de un búlgaro, el invitado es el rey. A un huésped le sirven siempre lo mejor que tienen, incluso aunque no se lo puedan permitir. Ya conté en el post Los búlgaros no beben agua que yo siempre pido agua, y que esto les suele desconcertar. Me ofrecen todo tipo de alternativas y cuando ven que sigo pidiendo sólo agua, piensan que no me gusta lo que me ofrecen y casi parece que vayan a salir corriendo a la calle a comprar otra bebida. Para un invitado nada es demasiado.
Eso sí, en casa de un búlgaro ponte zapatillas siempre, lo agradecerán aunque digan que no hace falta.
Bulgaria es un país precioso. La mayoría de población (75%) se concentra en las grandes ciudades, y las zonas rurales están muy despobladas. Esto implica que en áreas muy extensas la naturaleza tiene vía libre para mostrarse en todo su esplendor con poca intervención humana y a menudo los paisajes son simplemente increíbles.
En este país hay infinitas posibilidades de turismo al aire libre: hay montañas en las que se puede esquiar en invierno y hacer excursiones en verano; hay más de 200 km de playas de calidad (si vemos Bulgaria como un rectángulo, todo el lateral derecho da al Mar Negro); y el turismo rural también tiene muchos adeptos. En general, Bulgaria es un paraíso del turismo low cost para el resto de europeos. Éstos cuentan con mayor poder adquisitivo que los búlgaros, porque en comparación con los suyos, los sueldos en Bulgaria son muy bajos.
Tengo la impresión de que Bulgaria aún no es muy conocida como destino de vacaciones, al menos por parte de Europa Occidental. Poco a poco los países de más al Oeste la van descubriendo, y quienes vienen aquí de vacaciones suele volver a casa muy satisfechos. ¡Cómo no! Buena comida, gente amable, precios muy asequibles y mucho que ver y hacer. Puede echar hacia atrás el idioma, pero para unos días con aprenderse algunas palabras basta.
Los que ya conocéis Bulgaria, ¿qué os gusta más de este país?
Y los que no, ¿qué os parecerían unas vacaciones aquí? ¿Sois más de playa, montaña o ciudad?
Y como el positivismo implica centrarse más en las cosas buenas que en las malas, he ido recopilando cosas que me gustan de Bulgaria y de los búlgaros. Cualquier situación tiene sus cosas buenas, sólo hay que saber buscarlas y en este caso no me ha costado encontrarlas.
Estas son cinco cosas que me encantan de Bulgaria:
1. La comida búlgara.
La pongo en primer lugar porque con la barriga llena es mucho más fácil ser positivo y ver el mundo de otro color. Comemos cada día, esto es inevitable, y por suerte en Bulgaria se come muy bien. Por supuesto he tenido que desterrar los prejuicios y acostumbrarme a nuevos sabores y combinaciones de alimentos, pero entre tanta novedad siempre se pueden encontrar cosas que le gusten a una. Me gusta especialmente la banitsa, el famoso pastel salado de hojaldre y queso búlgaro; hasta he aprendido a hacerla casera. Los tomates son tan deliciosos que en verano te los puedes comer a bocados a palo seco, y el gazpacho que sale con los tomates búlgaros es insuperable. Un primo de mi marido lo llama "domator" desde que lo probó, mezclando las palabras domat (tomate) y tarator (sopa fría de yogur y pepino, el plato búlgaro por excelencia).
De hecho me había salido una lista tan larga de comida búlgara rica que mejor no me enrollo y ya le dedicaré una entrada entera otro día.
Otro aspecto que me gusta de comer en Bulgaria es que se puede salir a comer fuera de casa sin que esto suponga una ruina para la economía familiar. Por ejemplo, por el equivalente a 6 euros se puede comer un menú completo en un restaurante, todo bien abundante. Hablo de restaurantes normales, por supuesto también los hay caros.
2. El horario europeo.
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Imagen: Habitaka |
3. Lo bien que los búlgaros tratan a los niños.
Desde que soy madre y me muevo con niños pequeños siempre me preocupa que se porten bien en público y poder ir con ellos donde sea sin tener problemas. Esto en España es un dolor de cabeza, pero en Bulgaria no tanto, porque los búlgaros adoran a los niños. A estas alturas aún me cuesta creer la paciencia y la amabilidad que recibimos dondequiera que vamos. La gente se para por la calle para decirles cosas bonitas (y no es porque mis hijos sean especialmente guapos, esto lo hacen con todos). Vas por la calle y una señora que no conoces de nada les dice "Hola pajaritos!", sonríe y sigue su camino.
En Sofía, personas de toda edad y condición te abren las puertas de comercios y ascensores si vas con niños, y hacen gala de gran amabilidad y mucha paciencia cuando los niños alborotan. Esto lo noto especialmente cuando viajamos a España, porque en el aeropuerto y en el avión puedo distinguir fácilmente búlgaros de españoles. Los búlgaros te ceden el paso, te ofrecen cambio de sitio, saludan a los niños cuando se ponen de pie en su asiento para "espiar". En cambio, los españoles suelen ser, por desgracia, los que refunfuñan porque les ha tocado viajar con un niño cerca, y pocas veces se les pasa por la cabeza ayudar a una madre con sus bultos o ceder el paso. Obviamente no se puede generalizar, pero si hay algún gruñón, es más probable que sea español que búlgaro.
Recientemente se desató la polémica en Twitter debido a un desafortunado comentario de Laura C., productora de una pseudoserie española, que se lamentó ante sus seguidores de que le había tocado viajar con una madre y sus dos niños. Guapa, si quieres viajar en completa paz y tranquilidad, conduce tu propio coche. A mi me molesta la gente que fuma o que no se ducha, y me aguanto. La familia es la base de la sociedad, y gracias a la gente que tiene hijos no se extingue la raza humana. Un respeto para los que nos dejamos la salud mental en criarlos, quererlos y educarlos.
4. La hospitalidad búlgara:

En casa de un búlgaro, el invitado es el rey. A un huésped le sirven siempre lo mejor que tienen, incluso aunque no se lo puedan permitir. Ya conté en el post Los búlgaros no beben agua que yo siempre pido agua, y que esto les suele desconcertar. Me ofrecen todo tipo de alternativas y cuando ven que sigo pidiendo sólo agua, piensan que no me gusta lo que me ofrecen y casi parece que vayan a salir corriendo a la calle a comprar otra bebida. Para un invitado nada es demasiado.
Eso sí, en casa de un búlgaro ponte zapatillas siempre, lo agradecerán aunque digan que no hace falta.
5. La naturaleza:
Bulgaria es un país precioso. La mayoría de población (75%) se concentra en las grandes ciudades, y las zonas rurales están muy despobladas. Esto implica que en áreas muy extensas la naturaleza tiene vía libre para mostrarse en todo su esplendor con poca intervención humana y a menudo los paisajes son simplemente increíbles.
En este país hay infinitas posibilidades de turismo al aire libre: hay montañas en las que se puede esquiar en invierno y hacer excursiones en verano; hay más de 200 km de playas de calidad (si vemos Bulgaria como un rectángulo, todo el lateral derecho da al Mar Negro); y el turismo rural también tiene muchos adeptos. En general, Bulgaria es un paraíso del turismo low cost para el resto de europeos. Éstos cuentan con mayor poder adquisitivo que los búlgaros, porque en comparación con los suyos, los sueldos en Bulgaria son muy bajos.
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Los siete lagos de Rila (Bulgaria) |
Tengo la impresión de que Bulgaria aún no es muy conocida como destino de vacaciones, al menos por parte de Europa Occidental. Poco a poco los países de más al Oeste la van descubriendo, y quienes vienen aquí de vacaciones suele volver a casa muy satisfechos. ¡Cómo no! Buena comida, gente amable, precios muy asequibles y mucho que ver y hacer. Puede echar hacia atrás el idioma, pero para unos días con aprenderse algunas palabras basta.
Los que ya conocéis Bulgaria, ¿qué os gusta más de este país?
Y los que no, ¿qué os parecerían unas vacaciones aquí? ¿Sois más de playa, montaña o ciudad?