En una tranquila zona de Sofía llamada popularmente “el barrio de las embajadas”, muy cerca del Parque de los Médicos, en la calle San Stefano nº 6, se encuentra una antigua mansión abandonada, conocida como La Casa de las Fresas.
Durante el siglo pasado, en ese barrio vivían los búlgaros adinerados de la capital, y todavía quedan algunas de sus mansiones, aunque desgraciadamente la mayoría o se caen a trozos o se derriban para ser sustituidas por bloques de pisos. Algunas se han salvado y actualmente son embajadas o residencias oficiales.
La Casa de las Fresas fue construida en los años 20. La diseñó el arquitecto Gueorgi Kunev, un búlgaro que había estudiado en Viena, para el banquero Dimitar Ivanov y su familia.
La casa se yergue en el centro de lo que antaño fue un frondoso jardín. Su imponente valla, ahora medio derruida, tiene tres puertas de acceso: una pequeña en el centro y otras dos grandes, tamaño coche o carruaje, en los laterales. Una conduce a la antigua cochera situada al fondo del jardín, detrás de la casa.
Supuestamente en el patio delantero había arbustos con fresas silvestres que eran las que dieron nombre a la casa en su día. Yo nunca he logrado ver nada rojo atisbando entre las ranuras de la verja, pero el fotógrafo Zdravko Yonchev sí ha conseguido una prueba gráfica:
La fachada exterior de la Casa de las Fresas está pintada de amarillo. Hay tres escalinatas de acceso al edificio: una central, más ancha, y otras dos laterales más estrechas. Las tres dan a un bonito porche semicircular delante de la puerta principal.
En la segunda planta se distingue un gran balcón con balaustrada de piedra ubicado justo encima de este porche, y en un lateral, una hermosa terraza con grandes columnas.
¿Cómo es por dentro la Casa de las Fresas?
Obviamente no he podido entrar, pero he visto cómo es la Casa de las Fresas por dentro gracias a las imágenes del fotógrafo Zdravko Yonchev, que se coló en la casa una vez para tomar imágenes del interior.
Zdravko me ha dado permiso para reproducir algunas de las imágenes que tomó del interior de la mansión, y si os interesa podéis ver el resto en su página web.
Como se puede ver, el interior de la casa era de lo más suntuoso, propio de una familia acomodada. Una gran chimenea de mármol rojo preside el salón y los suelos son de madera.
Parece que en el salón principal había también un podio para una banda de música, como los que se ven a veces en películas ambientadas hace cien años. Me gusta imaginar que en las fiestas elegantes se llenaba toda la planta inferior de invitados elegantemente vestidos, conversando animadamente y bailando al son de la música que tocaba una pequeña orquesta en vivo.
En las fotos se puede ver que, por desgracia, ya no queda mobiliario. Tengo entendido que, al igual que el estilo arquitectónico del edificio, el interior también se diseñó al estilo vienés, y los muebles originales se importaron de Austria.
Los techos artesonados, las molduras, los ventanales, los suelos y las elaboradas puertas de madera son originales, pero todo necesita una reforma urgente.
¿Qué fue de la Casa de las Fresas?
Tras la Segunda Guerra Mundial y la instauración en Bulgaria del socialismo totalitario, a la familia Ivanovi se le confiscó la propiedad (como a mucha gente).
La mansión pasó a ser la Embajada de Rumanía, y más tarde albergó la representación comercial de la antigua URSS en Bulgaria y algunas instituciones comunistas.
En los años 90, con la caída del comunismo, la Casa de las Fresas fue restaurada y devuelta a la familia Ivanovi, y posteriormente vendida. Cuando me puse a buscar el nombre del propietario actual pensé que sería difícil de averiguar, pero resultó más fácil de lo que pensaba.
Al parecer, actualmente la casa es propiedad del empresario multimillonario Valentín Zlatev, director de la sucursal búlgara de LUKoil (la mayor petrolera de Rusia).
No sé por qué la adquirió, pero lo que está claro es que no ha hecho nada con la pobre casa, porque sigue abandonada. ¿Cómo puede alguien poseer esa maravilla y no hacer nada con ella? Hace unos años Zlatev declaró a la prensa que la casa tiene “problemas estructurales” debido a que fue construida con “materiales inadecuados”.
Afirmó que quería demolerla conservando sólo la fachada principal y construyendo detrás algo más moderno, pero hubo varias protestas ciudadanas para salvar la casa y parece que de momento no se derriba.
Yo no entiendo de arquitectura, pero si esa casa fuera mía y tuviera tanto dinero como debe tener Zlatev, me pondría manos a la obra para restaurarla y devolverle su antiguo esplendor.
También contrataría jardineros que limpiaran el jardín de malas hierbas, podaran los árboles y plantaran flores y arbustos variados. Y tal vez plantaría personalmente algunas fresas en un rincón, para que la casa siguiera haciendo honor a su nombre.
Siempre me ha fascinado esta casa y a veces paso a verla para asegurarme de que sigue en pie, pero me parte el corazón verla en ese estado. Podría ser un museo, una embajada, una residencia oficial, se podrían rodar series y películas… ¡hay tantas posibilidades! Sólo espero que no sea derribada.
Ojalá algún día alguien con capacidad de hacer algo al respecto vea que la Casa de las Fresas es un monumento histórico y arquitectónico y que es un sacrilegio dejarla desmoronarse así.
¿Qué haríais con la Casa de las Fresas si fuera vuestra?
Durante el siglo pasado, en ese barrio vivían los búlgaros adinerados de la capital, y todavía quedan algunas de sus mansiones, aunque desgraciadamente la mayoría o se caen a trozos o se derriban para ser sustituidas por bloques de pisos. Algunas se han salvado y actualmente son embajadas o residencias oficiales.
La Casa de las Fresas fue construida en los años 20. La diseñó el arquitecto Gueorgi Kunev, un búlgaro que había estudiado en Viena, para el banquero Dimitar Ivanov y su familia.
La casa se yergue en el centro de lo que antaño fue un frondoso jardín. Su imponente valla, ahora medio derruida, tiene tres puertas de acceso: una pequeña en el centro y otras dos grandes, tamaño coche o carruaje, en los laterales. Una conduce a la antigua cochera situada al fondo del jardín, detrás de la casa.
Supuestamente en el patio delantero había arbustos con fresas silvestres que eran las que dieron nombre a la casa en su día. Yo nunca he logrado ver nada rojo atisbando entre las ranuras de la verja, pero el fotógrafo Zdravko Yonchev sí ha conseguido una prueba gráfica:
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Imagen: Zdravko Yonchev |
La fachada exterior de la Casa de las Fresas está pintada de amarillo. Hay tres escalinatas de acceso al edificio: una central, más ancha, y otras dos laterales más estrechas. Las tres dan a un bonito porche semicircular delante de la puerta principal.
En la segunda planta se distingue un gran balcón con balaustrada de piedra ubicado justo encima de este porche, y en un lateral, una hermosa terraza con grandes columnas.
¿Cómo es por dentro la Casa de las Fresas?
Obviamente no he podido entrar, pero he visto cómo es la Casa de las Fresas por dentro gracias a las imágenes del fotógrafo Zdravko Yonchev, que se coló en la casa una vez para tomar imágenes del interior.
Zdravko me ha dado permiso para reproducir algunas de las imágenes que tomó del interior de la mansión, y si os interesa podéis ver el resto en su página web.
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Imagen: Zdravko Yonchev |
Como se puede ver, el interior de la casa era de lo más suntuoso, propio de una familia acomodada. Una gran chimenea de mármol rojo preside el salón y los suelos son de madera.
Parece que en el salón principal había también un podio para una banda de música, como los que se ven a veces en películas ambientadas hace cien años. Me gusta imaginar que en las fiestas elegantes se llenaba toda la planta inferior de invitados elegantemente vestidos, conversando animadamente y bailando al son de la música que tocaba una pequeña orquesta en vivo.
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Imagen: Zdravko Yonchev |
En las fotos se puede ver que, por desgracia, ya no queda mobiliario. Tengo entendido que, al igual que el estilo arquitectónico del edificio, el interior también se diseñó al estilo vienés, y los muebles originales se importaron de Austria.
Los techos artesonados, las molduras, los ventanales, los suelos y las elaboradas puertas de madera son originales, pero todo necesita una reforma urgente.
¿Qué fue de la Casa de las Fresas?
Tras la Segunda Guerra Mundial y la instauración en Bulgaria del socialismo totalitario, a la familia Ivanovi se le confiscó la propiedad (como a mucha gente).
La mansión pasó a ser la Embajada de Rumanía, y más tarde albergó la representación comercial de la antigua URSS en Bulgaria y algunas instituciones comunistas.
En los años 90, con la caída del comunismo, la Casa de las Fresas fue restaurada y devuelta a la familia Ivanovi, y posteriormente vendida. Cuando me puse a buscar el nombre del propietario actual pensé que sería difícil de averiguar, pero resultó más fácil de lo que pensaba.
Al parecer, actualmente la casa es propiedad del empresario multimillonario Valentín Zlatev, director de la sucursal búlgara de LUKoil (la mayor petrolera de Rusia).
No sé por qué la adquirió, pero lo que está claro es que no ha hecho nada con la pobre casa, porque sigue abandonada. ¿Cómo puede alguien poseer esa maravilla y no hacer nada con ella? Hace unos años Zlatev declaró a la prensa que la casa tiene “problemas estructurales” debido a que fue construida con “materiales inadecuados”.
Afirmó que quería demolerla conservando sólo la fachada principal y construyendo detrás algo más moderno, pero hubo varias protestas ciudadanas para salvar la casa y parece que de momento no se derriba.
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Imagen: Zdravko Yonchev |
Yo no entiendo de arquitectura, pero si esa casa fuera mía y tuviera tanto dinero como debe tener Zlatev, me pondría manos a la obra para restaurarla y devolverle su antiguo esplendor.
También contrataría jardineros que limpiaran el jardín de malas hierbas, podaran los árboles y plantaran flores y arbustos variados. Y tal vez plantaría personalmente algunas fresas en un rincón, para que la casa siguiera haciendo honor a su nombre.
Siempre me ha fascinado esta casa y a veces paso a verla para asegurarme de que sigue en pie, pero me parte el corazón verla en ese estado. Podría ser un museo, una embajada, una residencia oficial, se podrían rodar series y películas… ¡hay tantas posibilidades! Sólo espero que no sea derribada.
Ojalá algún día alguien con capacidad de hacer algo al respecto vea que la Casa de las Fresas es un monumento histórico y arquitectónico y que es un sacrilegio dejarla desmoronarse así.
¿Qué haríais con la Casa de las Fresas si fuera vuestra?